Jose_Antonio_Beiro_RodriguezTEXTO FARO DE VIGO 

Chechu Beiro toma el relevo de su tío al frente del Aldasa Amfiv, aunque es consciente de que un dirigente deportivo en Vigo "se arruina la vida" 

ARMANDO ÁLVAREZ - VIGO Chechu Beiro nació en 1982, el mismo año que su tío Pablo y otros pioneros fundaron el Amfiv. Su existencia y la del club han transcurrido entreveradas hasta llegar a confundirse. Chechu, ahora que el cuerpo le pide reposo a Pablo, da un paso al frente y acepta esa herencia que le impone el cari
ño más que el apellido. Será el responsable deportivo del club, a sabiendas del sacrificio que supone: "Un presidente siempre acaba solo". 

La plantilla del Amfiv de la temporada 1986/87 posa para la cámara. Sobre las rodillas de Pablo Beiro se sienta su sobrino Chechu, un diminuto vikingo al estilo de ese Vicky que hace furor. Los brazos apenas le alcanzan al pequeño para sostener la pelota. Es una imagen significativa, un instante que modifica el futuro y lo resume. Un cuarto de siglo después, ni Pablo ni Chechu gastan ya flequillo. Se mantiene el Amfiv, sueño y a la vez pesada carga. Pablo, presidente exhausto, da un paso atrás; Chechu, uno al frente, a sabiendas de que empeña la vida en ello. 

Los responsables del Amfiv se han reunido. El cuerpo le pide una tregua a Pablo Beiro. "Nos sentamos a la mesa. O cerramos o cojo yo el club. Era el planteamiento", resume Chechu. "Y no se van a perder treinta años de historia, me cueste lo que me cueste". Ilusionado y resignado a la herencia, enérgico y a la vez airado.Es una extraña mezcla, que se explica en el origen, en aquel niño en el regazo de su tío. 

Pablo se quedó paralítico en 1980. Tras volver del centro de rehabilitación de Toledo creó el Amfiv para ofrecer visibilidad social e integración a las personas en su misma situación. Enroló a otros como Antonio Rivero y Manuel Veiga, que hoy es tesorero. Era entonces "un club de amigos". A los partidos asistían algunos familiares, apenas media docena. Y entre ellos el diminuto Chechu, idolatrando al hermano pequeño de su padre Antonio. "Pablo es Pablo, no tiene otra definición. Es muy caristmático. Te impone a primera vista, hasta que descubres que tiene un corazón como un mundo. Para mí, en el deporte, lo ha sido todo".Lo que se adquiere en la infancia jamás se pierde. "Aquello me enganchó", confiesa Chechu, cuyo crecimiento se retrata en los oficios realizados en el club. "Me aficioné a ir a los entrenamientos. Me ejercitaba con ellos para hacer bulto. He trabajado de mecánico, he conducido la furgoneta en los viajes y llevado las estadísticas, fui segundo entrenador con Sando y con Diego, primero en la Copa del Rey cuando Diego se fue. De todo, menos fisioterapeuta". 

Jose_Antonio_Beiro_Temp._ao_86Y entre medias le ha alcanzado para montar su propia empresa de fontanería, con cuatro obreros a su cargo. El teléfono culebrea con impertinencia sobre la mesa, sin reposo. "Le quitas tiempo a la familia, a los amigos, a la novia, al sueño. Y no te llevas nada. Nadie lo entiende". 

Es casi un vicio, al que rendirse o del que apostatar. Chechu abraza su destino. Aunque Pablo sigue como presidente, el día a día le corresponderá. Nadie dirá que entra en territorio inexplorado. Chechu conoce qué peaje ha de pagar y lo asume. Conoce la vida de los presidentes de las principales entidades deportivas de la ciudad. "Paco Araújo (Celta Indepo), Javier Rodríguez (Pilotes Posada) o Guillermo Touza (Club Vigo) no ganan nada. Buscan solo la satisfacción personal de tener un club en la elite y al final no te compensa.Sufres, avalas todo con tu bolsillo, te arruinas la vida. Cada año que pasan como presidentes les quita cinco años de vida.Ahora los conocen por la calle, ¿pero quién se acordará de ellos cuando lo dejen? Un presidente nunca sale riendo en las fotos. Habita en una burbuja. Se queda solo". 

A su propio tío le ha sucedido. "Se implica demasiado a nivel emocional, quiere amigos en vez de jugadores y eso lo ha quemado. Le viene marcado del comienzo, cuando iba a buscar a los chavales a casa y quería cambiar el concepto de la sociedad sobre los discapacitados. Hoy en día es integración pero no como antes. Hoy el jugador es un profesional". En eso quiere marcar su propio rumbo, tomando al sólido Valladolid como modelo: "Nuestra filosofía es contar con gente de la casa. Ningún otro equipo tiene tantos jugadores de su ciudad. Pero hay que profesionalizar en lo que se pueda". Ha masticado el discurso en muchas horas de reflexión.Lo pronuncia con firmeza. La voz se le ha hecho grave. Aquel niño se ha convertido en hombre y acepta su vía crucis

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